“Siempre dicen que no hay nada gratis en esta vida” solía ser una máxima que tu abuelo te compartiría. Y nadie parece tener ninguna duda al respecto. Pero luego, internet se volvió popular fuera del mundo académico. De repente, cosas como música, películas, libros, audiolibros y programas de televisión gratuitos estaban al alcance de la mano. Naturalmente, millones de usuarios en todo el mundo estaban encantados, y muchos de ellos siguen estándolo.
Entonces, ¿qué debemos pensar de la vieja regla de abuelo? En primer lugar, siguen apareciendo cosas gratuitas. Ahora hay servicios de correo electrónico gratuitos, servidores proxy y servicios digitales. Algunos se convirtieron en verdaderas instituciones como Hotmail, Yahoo o Gmail. ¿Se volvió el mundo loco? ¿Necesitamos un nuevo Adam Smith para entender la economía digital? Y la pregunta más importante y delicada de todas: ¿se equivocó abuelo sobre los almuerzos gratis?
No necesitamos ninguna de las cosas mencionadas anteriormente, y abuelo tampoco estaba equivocado. En cambio, debemos entender que todos esos servicios gratuitos tienen un costo. Simplemente no es dinero.
Tomemos Gmail, por ejemplo. Actualmente, es casi equivalente a un pasaporte digital. Y no tienes que pagar por ello. ¿O sí? El modelo de negocio de Google es ofrecerte anuncios. Y tienen la tecnología para mostrarte anuncios en los que podrías hacer clic.
Entonces, ¿cómo saben elegir los anuncios adecuados para ti? Gmail escanea tus correos electrónicos para descubrir qué es lo que más probabilidades tienes de comprar. Y cada vez que haces clic, Google recibe dinero. Así que no es tan gratuito cuando lo piensas. Pagas por tu Gmail haciendo clic en anuncios y proporcionando a Google toda la información que necesitan sobre ti para decidir qué anuncios mostrarte. Así que ves, no hay almuerzo gratis en Gmail.